2ª Parte DR. PUNCERNAU
VII
El segundo viaje que hice a Garabandal, fue con mi mujer y mi hijo mayor Augusto. Mi mujer quedó muy decepcionada de lo que había visto en Garabandal y le pareció algo muy baladí.
Mi hijo Augusto con su carácter serio y reconcentrado, apenas dijo nada.
Mi mujer Julia, dio a Mari-Loli en éxtasis a besar el aro de matrimonio a la Santísima Virgen. Como le venía estrecho y no se lo podía sacar, la niña le cogió la mano y la fue girando como si la Virgen besara "in situ" el anillo de boda.
Pero repito le pareció todo pueril y baladí.
Sin embargo, en aquellas carreras que hacían a Los Pinos y de la que después hablaré, frente a la puerta de la Iglesia donde se habían parado, como acostumbraban, se le ocurrió tocar la mejilla de alguna de las niñas (creo que fue a Mari-Loli) y mientras todos nosotros estábamos sudados y cansados, según frase feliz de mi mujer, las mejillas de Mari-Loli, daban la impresión de "un melocotón recién sacado de la nevera".
La primera vez, como dije, fui solo (con la pequeña Margarita).
En el tren Santander-Bilbao encontré la misma chica del "Folies Bergére". Nos sentamos juntos y empezamos a charlar de cosas intrascendentes: En el curso de la conversación y debido al calor que hacía, me ofreció uno de estos papeles impregnados de colonia para que me refrescara los brazos y la frente. A pesar de que los perfumes no me gustan mucho, acepté y me lo pasé por los brazos y por las manos.
En Bilbao nos despedimos, intercambiamos las direcciones y seguimos escribiéndonos de vez en cuando, sobre Garabandal, naturalmente.
Nos quedaban unas tres horas de espera para coger el expreso para Barcelona y las aprovechamos para deambular un poco por Bilbao.
A la hora, subimos al vagón coche-cama y fuimos a cenar al coche restaurante. Margarita con todas aquellas novedades, lo pasaba en grande.
Me parece que fue durante la cena que empecé a notar el olor.
Parecía provenir de mi mano y brazo izquierdo. Lo atribuí en un principio a la colonia de la bailarina del "Folies Bergére". No le di mayor importancia.
Ya en nuestro departamento volví a notar el olor.-
Entonces me di cuenta de que venía a rachas.
Era muy intenso, como a sándalo.
Solo olía el lado izquierdo.
Duraba como unos dos minutos y luego desaparecía del todo.
No tenía intervalos fijos.
Me dije a mí mismo, que era una cosa sugestiva, de tal modo que ni siquiera se lo dije a Margarita.
La próxima racha de intenso olor me pareció localizarlo en el anillo besado por la Virgen. Por lo menos era el sitio de donde salía más fuerte.
En mi interior estaba avergonzado de dejarme sugestionar como un histérico. No dije nada a nadie, pero las rachas de olor a sándalo (por lo menos es a lo que se parecía más) venían muy intensas de tanto en tanto, en el momento más impensado.
Al día siguiente el extraño olor se fue repitiendo, a intervalos irregulares. Fuertísimo.
Al llegar a casa, tuvimos el tiempo justo para arreglarnos un poco y nos trasladamos en tren a Caldetas, donde mi familia veraneaba.
Al fin me atreví en secreto, a contarle lo del olor a mi mujer, la cual, como es natural, me tomó por loco o así.
Sin embargo, aquella misma noche, ya en nuestra habitación y mientras empezábamos a desnudarnos para acostarnos, vino el olor.
Le acerqué la mano a Julia y le dije.- Toma, ahora, huele...
Ella me cogió la mano por puro cumplido, convencido que estaba orate. Se acercó el anillo a su nariz y cuando según me cuenta ella, iba a decirme:
- Pues yo no huelo nada...
La v í quedarse pálida como la pared blanca de la habitación, sin poder articular palabra y transida de emoción.
- Pues sí... sí que huele... como a sándalo...
Al día siguiente estando en la playa y a pesar de estar rodeado de chicas con bikini, volvió a venir el olor más fuerte que nunca. Yo estaba extraviado de que la gente no se volvieran a preguntar que era aquello.
Conmigo al borde del agua estaba mi hijo Augusto.
Toma huele -le dije
Sí -contestó con su habitual seriedad- si ésto huele... no sé a qué, pero huele intensamente...
No le hizo mayor caso y se metió en el agua.
Aquella fue la última vez que percibí el extraño olor. Después nunca más.
Mi mujer a pesar del olor seguía con sus dudas hasta que le ocurrió un fenómeno inusitado como relato a continuación.
VIII
Julia, mi mujer, sólo subió una vez a Garabandal. Con nosotros en aquel viaje también el P. Alba, mi hijo Augusto, el señor Serra, un magnífico conductor y el simpático señor de Pedro. El P. Retenaga no subió nunca conmigo, ni el Dr. Ortiz, vigiló nunca cualquier examen médico que yo hiciera a las niñas.
Quiero hacer constar que el Dr. Celestino Ortiz Pérez, me ha merecido siempre todos los respetos, la confianza y la simpatía. Puestos a puntualizar, lo único que diría es que le encuentro excesivamente emotivo. Emotividad producto de su propia bondad natural.
En aquel viaje Julia, vino decepcionada. Le pareció, como después al famoso Obispo Puchol, todo junto, un juego de niñas. Sin mayor importancia.
Entonces teníamos el resto de la familia de veraneo en Caldetas.
Julia casi sin hacer escala en Barcelona, se trasladó a Caldetas.
Yo subí él sábado siguiente. Y cual no sería mi sorpresa cuando la encontré completamente cambiada respecto a lo de Garabandal.
Me contó que el día antes paseando a media tarde por el frondoso parque municipal de Caldetas, de plátanos híbridos, en el momento más impensado, se sintió como ausente de la realidad y como trasladada a revivir todo lo de Garabandal. Como si estuviera sonámbula y como si la gente y las cosas del parque fueran irreales.
Todo ésto, con una gran certeza en la veracidad de todo lo de Garabandal, con un inmenso aumento de amor a la Virgen, con una seguridad y una emoción vivísimas.
- Yo a la Virgen siempre le había querido... pero que quieres que te diga... en cambio ahora... -me decía.
Este que podríamos llamar estado hipnoide, para darle un nombre, le duró unos instantes en el tiempo calendario y mucho más en el tiempo interno o psíquico.
Desde entonces está convencida de Garabandal y de todo lo que significa y comporta. Convencidísima y lo sigue estando. Lo ha estado siempre... Nunca ha tenido ninguna duda. Nunca.
Junto con este fenómeno hubo un aumento notable en el amor espiritual en nuestro matrimonio, acompañado de una rara sensación de alegría interna, que me atrevería a calificar de extraterrena.
Desgraciadamente este estado duró sólo cuatro o cinco días. Después volvió a la normalidad.
Para no confundir a las personas que no conocen la Parapsicología Científica, no hago más que relatar los hechos sin buscarles ninguna explicación científica. Explicación, sin embargo, que dentro de mis posibilidades está a disposición de todo aquel que la solicite.
Aquí sólo quiero recalcar un punto. Lo he sopesado, pensado y observado a conciencia y he sacado la siguiente conclusión. En Garabandal no ha existido, ni existe ningún otro hipnotizador, actuante allí, y en relación con lo de allí que la Santísima Virgen.
La Santísima Virgen María para los creyentes o lo que sea, para los no creyentes. Pero desde luego ningún hipnotizador humano, ninguna persona que actuara en funciones de tal, ni de cerca, ni de lejos.
En el momento de escribir estas líneas soy Vicepresidente de la Sociedad Española de Sofronología y Medicina Psicosomática y Presidente de la Asociación Española de Investigaciones Parapsicológicas. 0 sea que algo entiendo de todo ésto.
IX
En Garabandal por lo visto había que ser humilde. Había llegado al pueblo aquella misma tarde. Tenía intención de examinar a Conchita, no sólo desde un punto de vista neurológico, sino también desde un punto de vista psíquico.
A última hora de la tarde me dirigí a casa de Conchita que es cuando la niña acostumbrada a estar allí, sino para realizar el examen entonces, sí por lo menos para quedar para el día siguiente.
Todo el mundo tiene derecho a tener un momento de mal humor.
Entré en la cocina para explicarle a Conchita mi propósito.
Pero apenas empecé a hablar, su madre Aniceta, me echó de allí a cajas destempladas.
Me quedé "patidifuso" y me largué" con el rabo entre las piernas".
Nunca me había ocurrido una cosa semejante. Aniceta y no digamos Conchita, siempre me habían tratado con la más exquisita educación.
Como explicaré después, ya había examinado a las otras niñas y había hablado con Conchita para examinarla también a ella, más adelante.
Me fui a cenar, la consabida tortilla y un poco de chorizo, y luego me trasladé al "hotel Puncernau", que era como llamaba en plan de broma a la casa, la primera a la derecha entrando en la calle Mayor, propiedad de dos hermanos, todo bondad y todo franqueza.
No puedo negar que después del fiasco que me había dado Aniceta, estaba de mal humor.
Después me serené y pensé, si todo ésto es cosa de Dios y conviene que pueda examinar a Conchita, todo se hará, y sino conviene o no es de Dios, no viene de un examen más o menos. Es decir, acepté con humildad lo que Dios dispusiera.
Dormí como un bendito.
Después de haber desayunado mi buen café con leche, me dispuse a dar una vuelta por el pueblo, sin rumbo fijo.
En una de las callejas me topé de manos a boca con Aniceta.
-¿Usted que quería ayer noche...? - Pues poder examinar a su hija...
Venga conmigo... creo que ahora está en casa... Llegamos a su casa.
-Conchita... Conchita... aquí esta el Dr. Puncernau que quiere examinarte. Es mejor en tu misma habitación... pues aquí abajo no os dejarían tranquilos... suba... suba doctor...
Conchita puso dos sillas, frente a frente, al lado de su cama.
Dejamos la puerta abierta. Aniceta trasteaba por la casa y de vez en cuando subía a buscar algo, y a vigilar qué hacíamos. No dijo una palabra.
- Antes de nada, descálzate y échate en la cama. Pronto estuvo, sin la especie de alpargatas que llevaba. Quiero remarcar que llevaba los pies limpísimos. Los pies y las piernas. Examiné el reflejo rotuliano, el aquíleo, el plantar... la sensibilidad externa e intraceptiva, el sistema motor, cerebeloso, los pares craneales, etc.
Luego ya sentada en la silla, terminé el examen neurológico.
Después le hice un test de Koch y un Rorschach. En fin todo a pedir de boca.
El test de Rorschach, fue algo sorprendente a una velocidad increíble dio más de 70 respuestas, completamente lógicas y muchas de movimiento. Tenía una imaginación vivísima con tendencia a la fabulación. El test de Wechier-Bellevue, dio un grado de inteligencia superior. Estuvimos, con gran complacencia mía, más de dos horas juntos en su habitación.
Un rato que me quedé callado, me preguntó: - ¿En qué piensas, doctor?
Yo de una manera espontánea respondí:
- Estaba pensando... en que se está muy bien aquí contigo...
En mi respuesta no había ni la mínima sombra de ningún mal pensamiento. Respondí sencillamente la verdad y no me arrepiento.
Sus ojos entre picarescos y risueños me decían, no se lo tome tan en serio doctor...
Pero la verdad es que se estaba bien... muy bien allí.
X
De todos los garabandalistas son conocidas las dudas y negaciones de las propias videntes, por otra parte preanunciadas con tiempo.
¿Cómo conviene proceder en este estudio?
El primer problema que debemos considerar, es tratar de si es posible la explicación parecía presentarse en unos términos muy simples:
a) Todo había sido un juego de niñas.
b) Las niñas arrepentidos de su juego habían confesado finalmente la verdad.
La primera afirmación es inaceptable por los estudios médicos.
Aun en el caso de que las niñas hubieran en algunos momentos añadido "algo" de su propia cosecha, es completamente inverosímil que TODO hubiera sido un juego de niñas.
Los mismos médicos de la Comisión nombrada, de una vez por todas, tenía a mi entender la suficiente clase científica, para haber descubierto desde los primeros momentos una superchería infantil.
Aquellos estados de trance extático, con pérdida de la sensibilidad y de la sensorialidad, la abolición del reflejo foto motor y de oclusión palpebral, la plasticidad muscular cérea durante los trances, la resistencia a la fatiga, el mimetismo exacto en los cambios de expresión emocional de la cara, en las cuatro a la vez (sin ninguna clase de contacto) y en el mismo instante, etc., etc., no puede considerarse en absoluto un juego de niñas.
La historicidad médica de los hechos de Garabandal, de la que hay abundantes testimonios gráficos, es incontrovertible.
¿Cómo explicar los olvidos, dudas y negaciones de las niñas de Garabandal?
El proceso por el cual, el contenido de las percepciones pasadas, se rememoriza, es decir se vuelve otra vez consciente, sin pasar por una nueva percepción, es lo que llamamos memoria o fenómeno mnésico.
En las niñas de Garabandal estos fallos de la memoria, no eran debidos, ni a trastornos orgánicos, vasculares, circulatorios, tumorales, ni debido a trastornos biológicos o metabólicos de la fisiología de las neuronas.
Hubieran sido continuos, no de "quita y pon".0 sea no eran de causa orgánica.
Desde un punto de vista psíquico, estos fallos de la memoria, podrían ser debidos:
a) a una captación incorrecta por obnubilación intelectual.
b) a una falta de fijación de la percepción, más o menos intensa, como sería el caso de las ilusiones, pseudo representaciones, pseudo-alucinaciones, imágenes eidéticas, etc.
c) a una destrucción del circuito mnésico de la evocación, por causas de tipo psíquico, como grandes emociones, presiones psíquicas, miedo, problemas efectivos intensos, lavados de cerebro, etc.
En los apartados a y b, la imagen tiene falta de vivacidad, de estabilidad y de persistencia.
En cambio en las representaciones reales o de tipo alucinatorio, el recuerdo, la memoria del hecho es estable, tenaz, claro, persistente.
En Garabandal, frente a recuerdos borrosos y frente a recuerdos perdidos de sus visiones, hay recuerdos perfectamente claros, tanto visuales, como auditivos, como táctiles.
Se trataba pues de una amnesia sistematizado y localizada. Ellas se acuerdan perfectamente del resto de sus vidas. En relación en las apariciones tienen una pérdida de memoria de tipo lacunar, con recuerdos desaparecidos, recuerdos borrosos, recuerdos completamente claros.
Estas amnesias contradictorias, se encuentran en el fallo de la capacidad de Evocación, por represión afectiva, con un verdadero desorden en los recuerdos. Con frecuencia el sujeto se encuentra aturdido, sin haber exactamente que es lo que le ocurre.
Este es el caso de Garabandal. Es una amnesia psíquica de causa desconocida. Por lo menos yo no la conozco, a pesar de las indagaciones que he hecho en este sentido. ¿Preternatural? ¿Sobrenatural? ¿Natural?
En otro de mis viajes estuve en Santander con el amable secretario de la Comisión. Estuvimos diez horas, repasando todo aquello que se consideraba negativo respecto a Garabandal. De resultas de este estudio, cuyo peso específico era poco contundente, se acordó ir a ver al representante del Sr. Obispo (éste se encontraba en el Concilio), para pedirle la formación de una nueva Comisión de Estudio.
El señor Vicario nos prometió comunicar nuestra petición al Sr. Obispo. Pero que yo sepa no se recibió ninguna respuesta.
XI
En una de mis visitas a Garabandal pedí permiso, a los padres de Mari Loli y de Jacinta para que me dejaran levantar a las niñas durante el estado de trance. No hubo el más pequeño reparo.
Levanté por separado en pleno trance a Mari Loli y a Jacinta. Ellas estaban arrodilladas y yo las icé, cogiéndolas por los codos doblados. Noté una marcada plasticidad cérea de sus músculos.
Me habían contado previamente, que cuando las niñas estaban en trance no había quien las moviera, quién las levantara, a pesar de ser personas los que lo intentaban, de considerable fuerza.
Yo tengo una fuerza corriente, más bien menos, que más. Sin embargo, las levanté como dos palmos del suelo con suma facilidad. Si no fuera porque en estos momentos la sugestión te puede jugar alguna mata pasada, yo aseguraría que pesaban menos que en estado normal.
Ya en estado normal, les pedí que se colocaran en la misma postura, las dos estaban machuchas y tuve la impresión de que me costaba mucho más que en estado de trance.
0 sea que yo aseguraría que había una marcada disminución de peso en estado de trance.
Ahora bien he de confesar que hice una pequeña trampa. Sin perder en lo posible mi frialdad y lucidez médica, recé con todo fervor de cristiano antes de mi intento, un Avemaría. He aquí mi trampa.
Otro día pedí a los familiares de Conchita que si tenía éxtasis de tipo deambulatorio, me dejaran ir pegado a ella todo el rato.
No hubo ningún reparo.
Precisamente aquella tarde había anunciado, a Conchita, mi intención de examinarla. Al parecer la niña quedó un poco preocupada.
En el curso del largo trance, deambulando por las callejas del pueblo, oí claramente que susurraba mi nombre.
- ¿Es bueno del Doctor Puncernau?
-…
- Bueno... pero eso tendrá poca importancia...-
Esta fue parte de la conversación, con su visión, que capté.
Al terminar el éxtasis (había mucha gente) le pedí que me dijera lo que le había dicho la Virgen de mí.
Yo no las tenía todas. Pensaba, a ver si se le ocurre empezar a decir todos tus pecados...
Como si adivinara mis temores Conchita me dijo:
- La Virgen, no dice nunca los pecados de nadie...
En un momento en que la dejaron más tranquila, me escribió en el dorso de una estampita, que naturalmente guardo, lo siguiente:
(Copia textual)
"D. La Virgen me dijo que estaba muy contenta con Vd. de que le estaba dando mucha gloria a Dios y lo que Vd. tiene estudiando, que se realizará y triunfarás.
Conchita"
Me llamaron la atención los superlativos. Esto debe ser cosa de la misma niña. Pero ¿qué Madre no encuentra todas las gracias a su hijo aunque fuera un destacado o un sinvergüenza?
Otro detalle que quiero relatar es el siguiente. Con frecuencia en sus paseos extáticos se descalzaban y andaban por las callejas, llenas de barro, piedras, potes, cristales y deyecciones del ganado, etc. etc.
Aunque yo personalmente no lo presencié, me aseguraron que había pasado descalza sobre un montón de brasas encendidas y esparcidas.
Este fenómeno es conocido.
Aquel día, cuando supe que tenía dos avisos, le rogué a Conchita que me dejara examinarle los pies a lo que ella se prestó de buen grado quitándose las viejas alpargatas de ambos pies.
Observé especialmente la planta del pie. Los llevaba limpios, quizá más de lo que hubiera correspondido al barro de las callejas o bien se los acababa de lavar. No lo sé.
Tuvo un trance largo, a medio trance perdió una alpargata y siguió con un pie descalzo. Al poco observé que se quitaba, en éxtasis el otro. Deambuló por las callejas del pueblo un buen rato, con los pies descalzos pasó sobre el barro y todos los habituales desperdicios.
Terminó el trance descalza en la cocina de su casa. Inmediatamente, le pedí que me dejara verle los pies todavía descalzos.
Busqué algún arañazo, algún rasguño, alguna contusión, en los pies. Nada.
Cuando me hube cansado de examinarle los pies, se colocó otra vez las alpargatas.
Hasta después no me di cuenta de un hecho esencial. Llevaba, tenía los pies tan limpios como antes de deambular por el consabido barrizal de las callejas. Y no se los había podido limpiar con nada. Seguro, porque no la perdí de vista. Ni siquiera se había ensuciado los pies.
XII
Hay muchas, muchas cosas que contar sobre Garabandal. La mayoría se encuentran en los numerosos libros y libritos, que se han escrito con mayor o menor acierto sobre Garabandal Y sus protagonistas.
He dicho antes que en esta corta relación, he procurado separar lo que me afecta como médico y lo que me afecta como cristiano y enamorado de la Virgen María.
Son dos cosas aparte.
Es casi seguro que todos estos hechos tengan una explicación Parapsicológica. ¿Pero acaso la Parapsicología, los fenómenos P S I, no los ha creado y los permite Dios ...? Y ¿acaso no puede El, más que nadie, provocarlos...?
Si el Milagro es, como es, un signo señal, adecuado a los tiempos y a las circunstancias... ¿no pueden tener los hechos Parapsicológicos, la categoría de Milagros ...?
Hace pocos días me he enterado de la muerte de Ceferino. Ceferino, en paz descanse, era un hombre un poco brutote a fuerza de sincero. Fue él quien me contó lo que sigue.
Era en invierno. No había ningún visitante en el pueblo. Había una ligera ventisca y hacía mucho frío.
Hacia las tres de la madrugada oí a Mari- Loli que se levantaba y se vestía.
- ¿Dónde vas ahora... ?
- La Virgen me llama al cuadro..
-¿Estás loca, con el frío que hace ... ?
-La Virgen me llama al cuadro...
- A ver si te saldrá algún lobo... haz lo que quieras... pero ni tu madre, ni yo te acompañamos...
Mari-Loli se acabó de vestir, abrió la puerta de la casa y se fue hacia el cuadro. A unos doscientos metros del pueblo.
Si yo hubiera estado seguro, que era la Virgen... yo no me hubiera movido de la cama... la Virgen hubiera cuidado de ella... pero como no estábamos seguros, nos levantamos mi mujer y yo y nos encaminamos hacia el cuadro.
La encontramos en medio de la ventisca, de rodillas, en trance.
Hacía un frió de mil demonios.
Pensando encontrarla helada, le rocé las mejillas. Estaba calentita, como si no hubiera salido de entre las sábanas de la cama.
Nos tuvo más de una hora allí. Muertos de frió. Mientras ella seguía tan campante, hablando con su Visión. Por lo visto la Penitencia la teníamos que hacer los padres..."
Más o menos, ésto es lo que me relató Ceferino, una noche sentados en un banco de su taberna.
Si tuviera que relatar, repito, todo lo que viví en Garabandal este opúsculo sería un volumen de tamaño parecido al Dr. Zivago.
No es este mi propósito. La mayoría de hechos de Garabandal ya han sido escritos en la abundante literatura, nacional y extranjera que se ha publicado. Sólo he querido mencionar una serie de hechos, que por ser muy personales, no había contado hasta ahora a nadie. 0 acaso a muy pocas personas de la familia. He esperado quince años.
Naturalmente, gracias a Dios, soy un hombre que tengo Fe. Fe cimentada entre otras cosas, en la observación científicas de la Historia. Siempre que ha surgido una explicación científica, que parecía sacudir los cimientos de la Religión, he constatado que, con un poco de tiempo y paciencia, salía una nueva explicación que echaba por tierra los prejuicios contrarios.
Reconozco que me hubiera gustado mucho más al escribir las anteriores páginas, hacerlo en plan de cristiano convencido, pero no era este el papel que me había sido asignado. Las he escrito, pues, con toda la frialdad posible y sobre todo, por encima de todo, con absoluta sinceridad.
Si Ciencia y Religión han corrido siempre como líneas paralelas, que alguna vez se cruzan y parecen entrechocar, a la larga o a la corta todas las tempestades se deshacen y se instaura un hermoso día primaveral. Como siempre.
FIN
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